Lo primero que aprendí fue a hacer octavas. Despues pase a ensayar algo con un bajo de dudosa procedencia. Ni pensaba en usar mi voz aún. Era un bebé de 11 años que solo pensaba en comprar cassettes virgenes e ir donde su amigo Felipe a buscar música. A los 15 dejé Santiago. Me fuí 500 kms al sur. Ahí fue donde saque mi voz. La primera frase me arrancó la garganta, necesité agua y descansar por largas horas. Vinieron los primeros shows, la pérdida del miedo y la verguenza, las performances, las peleas, las discusiones, las miradas fijas y los gritos el suelo. Dejé esa ciudad. Volví a Santiago. Supe de alguien que necesitaba a una persona que supiera gritarle a la gente. Llamé y fuí aceptado. Pasé casi 2 años en su compañía. Ya no había miedo y aprendí nuevas técnicas. Dejé a esos chicos. No teniamos los mismos sueños. Me retiré de todo. Probé con otros pero no resulto. Dejé todo por unos años y volví en Octubre. Volví para quedarme en esto. Nunca más lo dejaré escapar. Nunca dejaré de tomar el micrófono con fuerza y si tengo que cantarte en la cara lo haré. Y si tengo que colgarme del techo, lo haré. Y si tengo que patear al guitarrista , lo haré. Y si al final terminó transpirado y hediondo, lo haré. Jamás dudes que lo haré y lo seguiré haciendo.
Etiquetas: lo cotidiano
1, 2, 3 go! que sea el mejor año.
muy lindos tus relatos :)
Pepe!
loco, me gusta caleta como escribes!
espero nos sigamos viendo por ahi, entre pitos y pilseners.