
Fue enviado a la guerra de Corea, donde le atacó la tuberculosis y perdió un pulmón. Wray se lanzó a experimentar con técnicas primitivas para buscar nuevas sonoridades, saturando los amplificadores o agujereando los bafles. En 1958, con los Ray-Men, grabó un llamativo instrumental. Alguien sugirió que evocaba las peleas colectivas de West Side story. Bautizado como Rumble, fue un éxito, aunque muchas emisoras lo boicotearon por pensar que el título incitaba a la violencia juvenil. Implícitamente, se consideró que Wray era demasiado intenso para ser lanzado como ídolo juvenil.
Editó infinidad de discos bajo diferentes nombres, en sellos a veces minúsculos. Aunque eran grabaciones poco difundidas, se fue convirtiendo en una leyenda underground, gracias a las alabanzas de discípulos como Pete Townshend (The Who) o Neil Young, A principio de los setenta Wray fichó para compañías británicas, aunque los discos resultaron ser obras tranquilas de un hombre maduro. Volvió a lo que se esperaba de él al emparejarse con un apasionado del rockabilly, el cantante Robert Gordon. Idolatrado en Europa, se casó en 1978 con la danesa Olive Julie Povlsen y se instaló en una isla cercana a Copenhague. A caballo entre Dinamarca y Estados Unidos, Wray continuó grabando y actuando, aunque tenía que competir con infinidad de reediciones de su trabajo durante los años cincuenta y sesenta.
En los últimos tiempos, fue descubierto por un nuevo público, gracias al uso de su música más espectacular en películas como Pulp fiction.
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